Nehemías, “enojado en gran manera”, ha reunido a los nobles y a los oficiales ante el resto del pueblo para dirigirles los reproches que merecen. Los culpables se someten, no sencillamente porque Nehemías es el gobernador, sino porque él mismo da ejemplo de un amor desinteresado. Ha renunciado a los derechos personales que le daba su posición y esto le permite pedir a esos jefes que obren de la misma manera. El ejemplo es la regla de oro para obtener lo que sea del prójimo. El apóstol Pablo siempre se dedicó a servir de ejemplo a los creyentes a quienes enseñaba (Hechos 20:35; 1 Corintios 4:16; 10:32-33 y sig.). Por encima de todo consideremos al divino Maestro. Él decía a sus discípulos:
Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis
(Juan 13:15).
Pero, al mismo tiempo, los ponía en guardia contra los escribas y los fariseos: “Todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23:3). Las multitudes notaban la diferencia: Jesús les enseñaba “como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7:29).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"