Aquí asistimos a la fundación de Babel (o Babilonia), la que a través de toda la Escritura representa al mundo con su orgullo y codicia. También discernimos en ella las pretensiones de unificación que tendrá la Babilonia religiosa, la falsa Iglesia de Apocalipsis 17 y 18. El hombre quiere hacer frente a Dios uniendo sus fuerzas, quiere trabajar para su propia gloria. “Hagámonos un nombre…” (contraste con Salmo 148:13). Mas veamos en otra ocasión la respuesta de Dios a la provocación ridícula de los hombres unidos contra Él:
El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos.
(Salmo 2:4; ver también Isaías 8:9)
Jehová confunde la lengua de los hombres de Babel y los esparce (v. 7, 8).
En contraste, el Nuevo Testamento nos presenta “la Iglesia del Dios viviente”, fundada por Cristo y formada por el Espíritu Santo (1 Timoteo 3:15; Mateo 16:18). En Pentecostés, a los apóstoles les fue dado hablar en lenguas para hacer entender, por gracia, a todas las naciones en una forma rápida y eficaz, “las maravillas de Dios” (Hechos 2:11). Y, en el capítulo 5 del Apocalipsis, la multitud de los rescatados que rodean el trono del Cordero está compuesta “de todo linaje y lengua y pueblo y nación”.
Los versículos 10 a 26 establecen la descendencia de Sem, la que volvemos a encontrar en la genealogía del Señor Jesús (Lucas 3:36).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"