La voz de Dios para Israel, a través de los profetas, se había silenciado durante cuatrocientos años. Para Dios, "vino el cumplimiento del tiempo" (Gálatas 4:4). Entonces habla “por el Hijo” y hace conocer a su pueblo, al mundo, y a usted personalmente, la buena nueva del Evangelio (Hebreos 1:1-2). Esta se resume en pocas palabras: el don de su amado Hijo, Jesús. Pero, ¿cómo llegar al conocimiento de tal persona con nuestros espíritus limitados? Dios proveyó para ello dándonos cuatro evangelios a fin de permitirnos considerar la gloria de su Hijo bajo diferentes aspectos, tal como se pone de relieve un objeto de gran precio bajo distintas luces. Mateo es el evangelio del Rey. Es necesaria una genealogía para ubicar al Mesías en el marco de las promesas hechas a Abraham y para comprobar de manera irrefutable su título de heredero al trono de David (Gálatas 3:16; Juan 7:42). De esa larga lista ciertos nombres, tristemente célebres (Acaz, Manasés, Amón), no fueron borrados. Otros nombres como Rahab, Rut, la mujer de Urías, recuerdan la gracia divina hacia aquellos que no tenían ningún derecho. Antes de revelar al Salvador, Dios atestigua una vez más que en todas las generaciones, trátese de un patriarca, de un rey, de una mujer de mala reputación, etc., todos necesitamos la misma salvación y el mismo Evangelio.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"