Aquí volvemos a encontrar a las cinco hijas de Zelofehad. Los jefes de la tribu de Manasés hablan nuevamente a Moisés y a los príncipes sobre esta cuestión hereditaria aparentemente de poca importancia. ¿De qué se trata? Cada tribu debía poseer su propio territorio. Pero en un caso como este, en el que una mujer recibía una parte, su casamiento con un hombre de otra tribu habría hecho pasar la herencia a la tribu de su marido. Mas no debía ser así. Moisés arregló este problema de parte de Jehová. Los casamientos se formarían entre personas de una misma tribu. Jóvenes, chicos y chicas que pertenecen al Señor, ¡esta instrucción les concierne! El matrimonio puede hacerles perder el disfrute de su herencia celestial. Si la persona a la que piensa unirse un día no comparte su fe, ¡por nada del mundo se comprometa en semejante camino!
Resulta interesante que este libro del desierto se clausure con una nota concerniente a la herencia. En efecto, aún no se había pasado el Jordán. ¿Acaso no tendrían suficiente tiempo para pensar en ello? Así no es el pensamiento de Dios. Él nos ocupa desde ahora con nuestra patria celestial, porque su deseo es que nuestro corazón se llene de ello.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"