Después de haber mirado hacia atrás juntamente con Israel, Jehová lo invita a volver su mirada hacia adelante, a la meta de su largo viaje. Ciertas personas se ocupan incesantemente del pasado. Lamentan una y otra cosa, o bien, se jactan de lo que ellas han hecho. Mas lo que debe ocupar al creyente es lo que Dios ha hecho. Puede, en su corazón, dar mil respuestas a la inquietud de Balaam: “¡Lo que ha hecho Dios!” (cap. 23:23). Pero al mismo tiempo mira hacia adelante, en dirección de su patria. Los límites de la herencia estaban trazados para Israel por la misma mano divina que había dirigido su viaje.
Para nosotros, hijos de Dios, la casa del Padre ha sido preparada. El Señor no nos deja en la incertidumbre; de no ser así, él nos lo hubiera dicho. Hay muchas moradas en la casa de su Padre, a donde ha ido a prepararnos un lugar (Juan 14:2).
A Israel, Jehová solo indica el contorno, las fronteras de su tierra. Y el cristiano por su parte apenas sabe más sobre su patria celestial. La Biblia no nos describe el cielo con muchos detalles, pero lo que sabemos nos basta. Es la casa del Padre, la de nuestro Padre. Allí se halla el Señor Jesús, y con él estaremos siempre.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"