Ayer vimos que se debía hacer el censo de los hombres únicamente. Sin embargo, he aquí algunas mujeres a las que se les dedica todo un párrafo y, más adelante, todo el capítulo 36. ¿Qué tienen de notable esas cinco hijas de Zelofehad para que se hable tanto de ellas? Podrían parecernos descaradas por atreverse a presentarse ante Moisés, Eleazar, los príncipes y toda la asamblea, para reclamar una parte de la herencia. ¿No se trataría otra vez de murmuraciones como las que tan a menudo se habían oído en medio del pueblo? ¡En absoluto! Las murmuraciones expresaban el pesar que se sentía por la pérdida de lo que se dejaba atrás, en Egipto, mientras que la petición de estas mujeres surge por el apego que tienen hacia lo que hay por delante: la tierra prometida. Por eso el mismo Jehová lo aprueba abiertamente. Como respuesta a Moisés, quien “llevó su causa delante de Jehová”, declara:
Bien dicen las hijas de Zelofehad.
(v. 7)
¡Qué ejemplo dan ellas a quienes han tenido padres cristianos! Preguntémonos si “la herencia de nuestros padres”, lo que era el objeto y la ferviente expectación de las generaciones precedentes, posee el mismo atractivo y tiene el mismo precio para nuestro corazón (comp. con 1 Reyes 21:3).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"