En los capítulos 28 y 29 los sacrificios no vienen clasificados según su significado, sino según las ocasiones en las cuales se debían presentar. Ejercitémonos, queridos hijos de Dios, en hacer de toda circunstancia una ocasión para dar gracias (1 Tesalonicenses 5:18).
En el capítulo 29 se habla de las ofrendas del séptimo mes y, a partir del versículo 12, vemos que día a día disminuía el número de becerros ofrendados. Ello sugiere aquellos períodos de nuestra vida durante los cuales la persona de Jesús puede, si no velamos, perder poco a poco su valor para nuestras almas. Proféticamente, este capítulo 29 se cumplirá durante el reinado de mil años. Muchos no se someterán a la autoridad del Señor Jesucristo sino por la fuerza (Salmo 18:44), de manera que un ocaso general en la apreciación de las glorias de Cristo conducirá a la sublevación de Gog y Magog (Apocalipsis 20:7-10).
Observemos el contraste que hay entre el sitio ocupado por el holocausto (trece becerros, catorce corderos…) y el del sacrificio por el pecado: solamente un macho cabrío. El énfasis se hace, en efecto, sobre la plena y continua satisfacción que Dios halla en Cristo: Él es su ofrenda, su pan en olor grato (cap. 28:2).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"