Al observar a los reptiles y a los animales que pululan sobre la tierra, reconozcamos ciertos rasgos y peligros morales de los que debemos desconfiar. La comadreja (el topo, V. M.) y el ratón, por ejemplo, perjudican a las plantas jóvenes destruyendo sus raíces; el camaleón evoca a aquellos que siempre se adaptan al color de su medio ambiente: se comportan como cristianos cuando están entre los cristianos, y como mundanos cuando están acompañados de la gente del mundo.
Los versículos 32 a 40 muestran cómo las cosas mejores y más útiles pueden ser estropeadas por lo que viene de la “serpiente”. Que el Señor nos enseñe a vigilar y a hacer uso de la provisión inalterable que él nos ha preparado: una fuente, una cisterna o cualquier lugar de recopilación de aguas, imágenes de la Palabra divina, que siempre quedaban limpias.
En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.
(Salmo 119:11)
Un israelita piadoso se guardaba cuidadosamente de todo alimento impuro o inmundo (Hechos 10:14). Tengamos una conciencia sensible para distinguir entre lo que es espiritualmente puro o impuro, entre lo que es susceptible de nutrir nuestra alma y lo que es un veneno para ella. La razón profunda de esta separación rigurosa la encontramos en el versículo 45: Dios es santo, y nosotros somos pueblo suyo.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"