En necesario llegar al penúltimo libro de la Biblia para aprender lo que Dios había revelado cuando tuvo lugar el diluvio. La profecía de Enoc contempla al Señor volviendo con sus santos para el juicio de los impíos. Entonces todos los pecadores darán cuenta de todas sus obras y de todas sus palabras de provocación, sin olvidar sus murmuraciones. Porque estas gentes “son murmuradores, quejumbrosos…” (v. 16, V. M.; véase 1 Corintios 10:10). Aquí tenemos una prueba de que la impiedad y la satisfacción de las codicias no hacen feliz a nadie. Velemos también nosotros para no ser ingratos ni estar descontentos con la parte que el Señor nos ha dado. “Pero vosotros, amados…”. En medio de los más grandes progresos del mal siempre existe une línea de conducta para el fiel: la mutua edificación, la oración, la espera del Señor y los cuidados fraternales. El Espíritu Santo, Dios el Padre y nuestro Señor Jesucristo están nombrados juntos como para asegurarnos de que, del lado divino, nada puede faltarnos (v. 20-21). Si caemos (v. 24), solo debemos culparnos a nosotros mismos. Aunque “guardados en Jesucristo” (v. 1; Juan 6:39), tenemos que conservarnos en el amor de Dios (v. 21). Sí, gocemos de él desde ahora “con gran alegría” y rindamos a nuestro Dios Salvador homenaje y adoración.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"