Una trompeta puede sonar para el simple placer de los que la escuchan. Pero también puede resonar para llamar a la batalla. Judas hubiera querido hablar con sus hermanos de los temas más edificantes. Por desdicha, ante los progresos del mal que ya se insinuaba “entre los fieles”, su servicio, verdadera voz de alarma, se limita a mandarles que combatan por la verdad, cueste lo que cueste. Cuántos hijos de Dios hay, a quienes siempre es necesario volverles a recordar el abecé de la verdad cristiana, en tanto que el Espíritu quisiera ocuparles en más altas bendiciones (Hebreos 5:12). “Quiero recordaros, ya que una vez la habéis sabido…”. ¿Hemos hecho algunos progresos o, al contrario, hemos retrocedido desde nuestra conversión?
Como la segunda epístola de Pedro, la de Judas se vale de solemnes ejemplos del Antiguo Testamento para describirnos la apostasía moral de los últimos días. Dos rasgos la caracterizan: el abandono de la gracia, cambiada en disolución, y el desprecio de la autoridad bajo todas sus formas (2 Pedro 2:10-11). Esta última tendencia ya se confirma en las familias, en las escuelas, en la vida social y profesional. Pero un niño que no está sujeto a sus padres, ¿cómo aceptará más tarde la autoridad del Señor?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"