La coronación de Joás y su aparición pública desbaratan todos los cálculos de la malvada Atalía. De la misma manera, la resurrección de Jesús anuló el complot del enemigo.
La usurpadora es muerta a filo de espada. Su súbito castigo prefigura el del Anticristo, cuando el Señor aparezca. Ese “hombre de pecado” será echado vivo al lago de fuego al mismo tiempo que el jefe del imperio romano.
Empero, como su madre Jezabel, esta execrable mujer, Atalía, asesina de sus propios nietos, nos hace pensar igualmente en la falsa Iglesia, la gran cristiandad que lo es solo de nombre. Quiso reinar y, para lograrlo, sacrificó a las almas de las cuales era responsable. ¿Cuál es el juicio del Señor?:
Porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga
(Apocalipsis 18:7-8).
A la muerte de Atalía le sigue la de Matán, sacerdote de Baal, y después, la solemne introducción del reinado de Joás.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"