¡Qué triste capítulo! Ocozías, aconsejado por su madre y por los de su parentela del lado de Acab, se alía con Joram rey de Israel y emprende con él una nueva expedición contra los sirios. Esa fatal asociación lo conduce a su completa ruina. Perece violentamente.
Volvamos hacia atrás: Joram asesinó a sus seis hermanos (cap. 21:4). Luego, todos sus hijos fueron matados por los árabes, con excepción del más joven, Ocozías (cap. 22:1). Finalmente, en la tercera generación, se produce una nueva masacre del tronco real; una vez más se salva la vida de un solo retoño: Joás, un bebé. ¿Cómo explicar estas sucesivas exterminaciones? Es por el encarnizamiento de Satanás en su esfuerzo por interrumpir el linaje de David que debía llegar hasta Cristo.
Por otra parte, ¿cómo explicar que cada vez y pese a todo, subsiste un único miembro, el más débil, y no obstante, un descendiente de la familia real? ¡Es por la fiel gracia de Dios! Mantiene la promesa hecha a David de que iba a darle una lámpara (2 Reyes 8:19), ¡lámpara que entonces no es más que un débil pábilo! (véase Mateo 12:20).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"