La funesta alianza con Israel le vale a Josafat una severa reprobación de parte de Jehová. Jehú formula al rey una pregunta que lo sondea, al mismo tiempo que le enseña lo que Dios piensa de Acab: “¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová?” (v. 2).
Creyentes, no olvidemos el terrible nombre que la Palabra da a los que aman al mundo:
Cualquiera… que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios
(Santiago 4:4).
Jehú fue valiente; una misión semejante, bajo el reinado de Asa, había privado de la libertad a su padre Hanani (cap. 16:7-10). Pero Josafat hace caso a la reprensión. Es el medio de ser “prudente”, y de adquirir “entendimiento” (Proverbios 13:18; 15:5- 32). Aceptemos las reprensiones y las observaciones que se nos hagan, puesto que tienen tan bienhechor resultado.
Mientras que Asa, su padre, no había sido restaurado, Josafat, en cambio, después de este eclipse, vuelve a tomar la hermosa actividad del capítulo 17. Esta vez, no contento con enviar emisarios, sale él mismo al pueblo. Como verdadero pastor de Israel, se ocupa en traerlo de vuelta a Jehová (v. 4). Luego establece jueces, a los cuales hace apremiantes recomendaciones.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"