El fiel rey Asa, hijo y sucesor de Abías, purifica a Judá de su idolatría. Nuestro libro insiste en la paz y la tranquilidad que goza el país durante la primera parte de su reinado (v. 1, 5-7). Asa aprovecha esa paz para edificar ciudades fortificadas y reforzar la defensa del territorio. Así nos da una importante lección. Ciertos períodos de nuestra vida corresponden a tiempos de descanso: vacaciones, diversos momentos de ocio o de tranquilidad. Aprovechémoslos para fortalecer nuestras almas con la lectura de la Biblia y para afirmarnos en la verdad. Se debe vestir “toda la armadura de Dios” por anticipado para que se pueda
Resistir en el día malo
(Efesios 6:13).
El día malo, el de la ofensiva de Zera, encuentra, pues, a un Asa preparado. “Sobre todo”, dispone del “escudo de la fe”, dicho de otro modo, de la sencilla confianza en su Dios. Ella brilla en la hermosa oración del versículo 11. De su lado no hay fuerza, pese a sus 580.000 soldados. Frente a él hay un millón de adversarios (v. 9). ¡A los ojos del hombre es un conflicto muy desigual! Pero es siempre cierto que “cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10). Dios responde a la fe de Asa dándole una brillante victoria y un considerable botín.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"