Por culpa de Israel, otrora se rompió el antiguo pacto del Sinaí. Un nuevo pacto (anunciado en Jeremías 31:31…) será concertado con ese pueblo. Como ha sido hecha la prueba de que el hombre es incapaz de cumplir sus compromisos para con Dios, ese nuevo pacto no le impondrá ningún requisito que satisfacer (Romanos 11:27). Su única base será la sangre de Cristo, llamada la “sangre del nuevo pacto” (Mateo 26:28). Cuatro puntos lo caracterizan:
1° Los mandamientos del Señor estarán escritos en sus corazones, es decir, harán un llamamiento al amor.
2° Israel volverá a gozar de su relación de pueblo del Señor (v. 10; Zacarías 8:8).
3° El conocimiento del Señor será común a todos (v. 11; Isaías 54:13).
4° Dios no se acordará más de “sus pecados y de sus iniquidades” (v. 12).
Los cristianos, en lo que les concierne, no están bajo un pacto (¿hace falta un pacto entre un padre y un hijo?). Pero ellos gozan ya, y más allá, de todas esas bendiciones prometidas a Israel. La divina Palabra está implantada en ellos (comp. 2 Corintios 3:3). Ahora son hijos de Dios. Conocen al Señor por medio del Espíritu Santo que habita en ellos. Tienen la seguridad de que sus pecados han sido borrados para siempre.
¿El lector también posee esos privilegios?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"