La primera revelación de Hageo había traído la reprensión. La segunda, hecha menos de un mes después que los jefes y el pueblo obedecieron, viene a hacerles exhortaciones y a darles aliento: “Cobrad ánimo… y trabajad” –recomienda Jehová– pues se trata de mi gloria. Vuestro trabajo tiene a la vista una persona: “el Deseado de todas las naciones”, Cristo, quien va a aparecer glorioso (v. 7).
Pero, ¿dónde hallar esa fuerza? “Yo estoy con vosotros” es la preciosa respuesta, yo, el Dios todopoderoso, Jehová de los ejércitos. Y lo que os doy os bastará:
v. 5, V. M.: Las palabras… mi Espíritu permanece en medio de vosotros; ¡no temáis!
¡Benditos recursos! también valen para nosotros, quienes vivimos como Hageo en un tiempo de ruina. En su tercer mensaje el profeta recuerda la santidad, sin la cual Dios no puede reconocer ningún trabajo. La doble pregunta formulada a los sacerdotes confirma este principio general: nuestros contactos con un mundo contaminado no purificarán a este último. Muy al contrario, a la larga seremos inevitablemente contaminados por un mal ambiente (1 Corintios 15:33).
“Yo estoy con vosotros todos los días” prometió el Señor Jesús (Mateo 28:20). Pero, por nuestra parte, permanezcamos siempre junto a él.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"