Esas visiones que, sin duda, nos parecen muy oscuras, no lo eran menos para el joven Zacarías. Pero, ¿qué hace este cada vez que se enuncia un nuevo enigma? No teme interrogar a su celeste compañero. Sigamos su ejemplo. Nuestro interés por la Palabra siempre será agradable al Señor. Para comprender las maravillas de ella, pidámosle al Señor que abra nuestra inteligencia (Salmo 119:18; Lucas 24:45; 2 Timoteo 2:7).
Los cuernos de la segunda visión corresponden a los caballos de la primera, es decir, a los grandes imperios de las naciones, vistos aquí bajo su carácter de potencia (comp. Daniel 8). Obreros suscitados por Dios (tales como Ciro) pondrán fin a su poder.
La tercera visión tiene por tema la restauración de Jerusalén. Ahora desolada, con sus muros en ruina, sus puertas calcinadas (Nehemías 2:13), la ciudad será de nuevo habitada. El Señor será alrededor de ella un muro de fuego, y sus pobres dispersados se hallarán juntos en ella y bien abrigados.
El amor de Dios por ellos es tan grande que el que los toca, toca “a la niña de su ojo”
(véase Deuteronomio 32:10).
Por encima de todo, tienen la promesa de la gloriosa presencia de Jehová en medio de ellos (v. 5, 10-11). Los mismos privilegios pertenecen hoy a los hijos de Dios.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"