Las relaciones de Hiram, rey de Tiro, con Salomón prefiguran las que tendrán con Israel todas las naciones de la tierra durante el reinado de mil años. Entonces, “la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa” (Isaías 11:9-10). Hiram bendice a Jehová, quien hizo los cielos y la tierra (v. 12).
Además de lo que David había acumulado para la casa de Dios, también había preparado obreros para cumplir el trabajo (final del v. 7; véase también 1 Crónicas 22:15-16). Así ocurre hoy en día con la obra del Señor. Todo trabajo para él necesita una cuidadosa «puesta a punto» de sus siervos. Empezar demasiado pronto un servicio nos expone, por consiguiente, a hacer un mal trabajo. Dios, que preparó las obras, también llamó y formó a los obreros para hacerlas. Efesios 2:10 nos recuerda que “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"