Las Crónicas presentan la construcción del templo desde un punto de vista distinto al del libro de los Reyes. Este último lo consideraba, sobre todo, como la habitación de Jehová en medio de su pueblo. Nuestro libro nos lo muestra más bien como el lugar en que el adorador es admitido para encontrar a su Dios. El fundamento de la Casa está establecido sobre el monte de Moriah, donde la gracia de Dios había hecho cesar el juicio y había consumido el holocausto.
En lo que concierne a la Iglesia, mediante la declaración de Pedro, y por la respuesta del Señor Jesús, sabemos sobre qué roca fue edificada:
Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente
(Mateo 16:16, 18).
Salomón construye sucesivamente el pórtico, la casa propiamente dicha y el lugar santísimo. Luego confecciona los dos grandes querubines, el velo y las dos columnas: Jaquín y Boaz. La extraordinaria altura del pórtico solo se menciona aquí: ciento veinte codos, o sea, cuatro veces la altura de la casa. ¿No es esta una ilustración del Salmo 24:7 y 9 que repite: “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria”? Para una persona tan grande, ¿qué puerta convendría?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"