Antes de considerar el lado visible de la profecía, el capítulo 10 nos hace entrever su lado oculto: la contraparte celestial de los acontecimientos de aquí abajo. Sin dejar de creerse libres, los grandes de este mundo parecen títeres; son dirigidos desde lo alto por “principados y potestades” satánicos mediante esos hilos que son sus pasiones (Efesios 2:2). Pero también Dios tiene sus legiones de ángeles con sus jefes (Hebreos 1:14). Y, cosa maravillosa, mediante nuestras oraciones podemos poner en movimiento sus fuerzas invisibles, entablar los mismos combates y, como Elías y Daniel, hacer la experiencia de que
la oración eficaz del justo puede mucho
Santiago 5:16).
En el capítulo 11 Dios abre a su profeta una amplia vista de los acontecimientos que se producirían. Tres monarcas persas iban a sucederse: Cambises II, Gaumata el Mago y Darío Hystape (respectivamente reconocidos en Esdras 4:6-7, 24). Después de ellos, el rico y poderoso Jerjes (el Asuero del libro de Ester) emprendería una formidable ofensiva contra Grecia (Javán). Luego vendría la ascensión relámpago de Alejandro el Grande (v. 3-4), la dispersión todavía más rápida de su reino “hacia los cuatro vientos” (impactante ilustración del libro de Eclesiastés), seguida de largos altercados entre sus dos principales herederos.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"