El ángel Gabriel está encargado de explicar a Daniel la visión que tanto lo asustó. En los últimos tiempos del reino venidero –el del norte, del imperio griego–, cuando la maldad de los hombres haya llegado al colmo (v. 23), se levantará un rey, llamado el asirio, diferente del pequeño cuerno del capítulo 7. Ese hombre utilizará su extraordinaria inteligencia para hacer el mal (v. 24-25). En último lugar se atreverá a atacar a Cristo. Entonces será quebrantado por la directa intervención de Dios (sin mano), en contraste con la historia de los imperios, en la que vemos a Dios utilizar al uno para derrumbar al otro (Job 34:20).
De esa manera, este capítulo nos mostró cómo los cuernos del carnero (el imperio de los medas y persas) fueron quebrantados y reemplazados por el cuerno del macho cabrío (el imperio griego) y finalmente por el mismo atrevido rey. Dios permite que ese hombre se eleve y elimine a sus rivales, pero su fin es ser quebrantado (Proverbios 6:15). La Historia ya nos ofrece más de un comparable ejemplo. Tal el de Alejandro, llamado el Grande, ese fogoso conquistador, quien murió a los 33 años de edad después de haber subyugado un inmenso imperio. Sin duda, él ilustra mucho mejor que otros estas palabras del Señor Jesús:
Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
(Mateo 16:26).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"