La nueva visión otorgada a Daniel antes del fin del primer imperio (v. 1) ya concierne, sin embargo, a las relaciones del segundo reino (Persia) con el tercero (Grecia o Javán) lo mismo que a la final evolución de este último. La dominación medo-persa (el carnero) debía ser quebrantada y reemplazada por el “macho cabrío”, es decir, el imperio griego. A su turno, este iba a desmembrarse a la muerte de Alejandro para ser repartido entre sus cuatro generales (v. 8). Punto por punto la visión fue notablemente confirmada por la Historia. Después de lo cual, sin transición, pasando por encima de los tiempos actuales, la profecía nos transporta al “tiempo del fin” (v. 17). Mientras el occidente será gobernado por “la bestia” (cap. 7), otro personaje extremadamente poderoso se levantará en oriente en el lugar ocupado antiguamente por uno de los demás “cuernos”. Es el asirio, mencionado por otros profetas. Su única ambición será la de crecer y elevarse cada vez más. Se extenderá en dirección a “la tierra gloriosa” (Israel) y en su impía temeridad quitará el culto de Dios de Jerusalén. Nada igualará su orgullo y locura. ¡Y sin embargo!… pisotear los dones celestiales y el sacrificio de Cristo, echar por tierra la verdad, ya es la actitud de todos los que hoy en día niegan la fe (v. 9-12).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"