Jehová no solamente da mandamientos a Israel. También le prodiga cuidados, le proporciona un conductor: su Ángel, el que irá delante de él para conducirlo y, a la vez, para dirigir sus combates. Por otra parte, lo instruye acerca del final de su peregrinaje. Amplios límites han sido ya trazados para recibirlo (v. 31).
De la misma manera, Dios ha provisto hoy para el pueblo cristiano en la tierra un compañero de viaje: el Espíritu Santo. La recomendación hecha a Israel en el versículo 21: “Guárdate delante de él”, puede compararse con las exhortaciones hechas en el Nuevo Testamento en cuanto a no entristecer al Espíritu Santo de Dios (Efesios 4:30). En su gracia, Dios quiere que los suyos también conozcan el final de su viaje: la bella heredad que su amor ha preparado para ellos en el cielo, junto a Jesús.
Sin embargo, entre los cuidados de Dios hay algunos a los que estamos menos dispuestos a comprender y aceptar. Esto se ve particularmente en la orden dada a su pueblo para que permanezca estrictamente separado de las naciones que lo rodean. Pero Dios no exige esta separación para privar de algo a los suyos. Por el contrario, lo hace por amor, con el fin de preservarlos de caer en una trampa (v. 33).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"