He aquí, pues, la ley que Jehová da a su pueblo. Ella pone en evidencia la maldad del hombre, su inclinación a hacer todo lo que aquí está prohibido. El hecho de que tales mandamientos le sean necesarios manifiesta abundantemente la perversidad de su naturaleza (leer 1 Timoteo 1:9 y sig.). Los cuatro primeros mandamientos conciernen a las relaciones del hombre con Dios: un Dios único, Santo, quien es Espíritu, pero también es grande en bondad, ya que ha preparado un reposo para los suyos. Después de Dios, según el quinto mandamiento, los padres son los destinatarios del honor. Además, cuatro mandamientos tratan de las relaciones con nuestro prójimo en la vida en sociedad. Finalmente, el último nos concierne a nosotros mismos, puesto que sondea nuestro corazón para descubrir nuestros deseos más íntimos, aquello que no decimos a nadie. De hecho, el resumen de la ley es el amor. Pablo escribe a los romanos:
El que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
(Romanos 13:8-9; comp. Mateo 22:34-40)
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"