Mientras David está en Gat, en una situación equívoca y peligrosa, Saúl se encuentra en una posición más peligrosa aún. Delante de los filisteos que inician una nueva guerra, su corazón se turba en gran manera, porque ya nada lo sostiene. Por haber abandonado a Jehová, ahora es Jehová quien lo abandona. Saúl intenta buscarle por todos los medios; sin embargo, es trabajo perdido: ¡Dios permanece sordo! Es una solemne ilustración de Proverbios 1:24-28. Pero, acordémonos de que incluso un creyente no puede esperar conocer la voluntad del Señor cuando su conciencia está en mal estado.
Todavía hoy, ciertas personas pretenden ser capaces de evocar a los espíritus de los muertos, y el diablo se sirve de ellas para extraviar a pobres almas supersticiosas. Estas últimas se comunican, pues, no con los muertos sino con los demonios.
Hermanos en Cristo, ¡no tengamos siquiera curiosidad por estas cosas! A los ojos de Dios son abominación (Deuteronomio 18:10-12; Levítico 19:31). Saúl lo sabía; en tiempos mejores, había tenido el cuidado de quitarlas de Israel (v. 3). Hombre inconstante, carnal, hele aquí en su desconcierto recurriendo a una vidente de Endor.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"