Muchas de las expresiones de estos capítulos se vuelven a emplear en el Apocalipsis a propósito de la futura Babilonia. Esta no es más una ciudad sino un vasto sistema religioso, satánica imitación de la Iglesia de Cristo, la que se desarrollará plenamente después de que esta última haya sido arrebatada. En ese despliegue del mal, el divino llamado se hace oír varias veces: “Salid de en medio de ella, pueblo mío” (cap. 50:8; 51:6, 45; Esdras 48:20; Zacarías 2:7; Apocalipsis 18:4). En efecto, permanecer en Babilonia después de la condena pronunciada por Dios era, por una parte, participar de sus pecados y, por otra, exponerse a compartir sus plagas. El Señor imparte hoy una orden semejante a todos los suyos que todavía están en los diferentes medios de la cristiandad nominal: “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19). Pero, pese a comprobar esa iniquidad alrededor de ellos, ciertos creyentes estiman que deben permanecer en un medio reconocido como malo; esperan que su buena influencia contribuya a mejorar ese ámbito. Eso es forjarse una ilusión y, al mismo tiempo, estimarse más sabio que Aquel que les ordena salir de allí (2 Corintios 6:14-18).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"