El libro del Eclesiastés puede ser resumido por estas palabras del Señor Jesús: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed” (Juan 4:13). El pozo de Sicar era la imagen de un mundo árido y decepcionante, en el cual no se halla duradera felicidad. La mayoría de los seres humanos se parecen a la pobre samaritana. Solo están dispuestos a recibir “el agua viva” –don gratuito del Hijo de Dios– después de haber hecho varias veces la experiencia de que el agua de aquí abajo de ninguna manera puede quitar la sed del alma (comp. Jeremías 2:13). ¡Pues bien! esta experiencia ha sido hecha; se halla consignada en este libro de la Biblia a fin de que no la volvamos a hacer. Ha sido hecha por quien, debido a su grandeza y su sabiduría, era el más calificado para explorar “todo lo que se hace debajo del cielo” (v. 13). El Eclesiastés o Predicador no es otro que Salomón, rey en Jerusalén. Su testimonio tiene siempre el mismo valor pues, “nada hay nuevo debajo del sol”. Sin duda, muchas cosas han cambiado de apariencia, pero el corazón del hombre ha permanecido idéntico a sí mismo y las consecuencias del pecado están siempre presentes: “Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse” (v. 15).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"