Jeremías no anuncia solamente acontecimientos enojosos. También tiene buenas noticias para el pueblo. “He aquí vienen días”, dice él, en que Jehová restablecerá la casa de Israel y la de Judá en virtud de un nuevo pacto. El antiguo había sido quebrantado por el pueblo. Este se había mostrado incapaz de hacer frente a sus obligaciones resumidas en la ley. Por eso Dios no dará más esa ley a los suyos en tablas de piedra. La pondrá en sus corazones (así serán a imagen del Siervo obediente; véase Salmo 40:8). Va a escribirla directamente en sus corazones regenerados (v. 33; 2 Corintios 3:3). Dicho de otro modo, ellos cumplirán la voluntad de Jehová por amor y no ya por temor. Con más razón ¿no es el gran motivo que debe llevar a los hijos de Dios a obedecer a su Padre celestial?
Sí, dejemos que él grabe en cada uno de nuestros corazones las enseñanzas de su Palabra.
“Todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande”. El Señor desea que así sea en cada una de nuestras familias.
Los versículos 31 a 34 son citados en Hebreos 8:10 a 12. Terminan con la promesa que también nos concierne: “Perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (comp. Hechos 10:43). Porque “la sangre del nuevo pacto” también fue derramada por nosotros (Mateo 26:28).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"