Jehová invita a Jeremías a consignar todas Sus palabras en un libro. Las siguientes generaciones podrán remitirse a él, lo que aún es nuestro privilegio. Ya no tenemos entre nosotros profetas ni apóstoles que nos enseñen, pero Dios tuvo el cuidado de conservar para nosotros su Palabra escrita, única fuente de verdad para nuestras almas.
Mediante las Escrituras, Israel recibirá promesas y consuelo en medio de su peor angustia.
En el versículo 11 brillan a la vez la santidad y la bondad de Dios. No te dejaré sin castigo, dice él. De ninguna manera el Dios santo puede pasar por encima del mal. Por consideración a sí mismo debe corregir a los suyos. Pero el Dios de amor lo hace “con moderación” (V. M.), sin dar un solo golpe más de lo necesario (véase también cap. 10:24; 46:28). Los versículos 18 y 19 del capítulo 31 nos mostrarán el efecto de esa saludable corrección (1 Corintios 11:32). Al mismo tiempo, al leer los versículos 18 a 22, se siente cómo Dios se regocija al pensar en sanar y restablecer a su pueblo.
“¿Quién es aquel que se atreve (o se compromete) a acercarse a mí?”, pregunta Jehová (v. 21). Y nosotros ¿somos cristianos por conformismo y costumbre, o bien tenemos nuestro corazón verdaderamente comprometido con el Señor?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"