“El alma sin ciencia no es buena” (v. 2), porque, evidentemente, esa alma se halla expuesta a todos los peligros que ignora. Además, aquel a quien no le contienen las advertencias de la Palabra corre el riesgo de obrar o de hablar apresuradamente y tropezar (es decir, pecar; v. 2). Si amamos a nuestra alma –y no tenemos nada más precioso– hagamos de manera que sea instruida para adquirir entendimiento (v. 8).
Varios versículos nos hablan del pobre. La consideración de la cual gozan los hombres en el mundo a menudo es proporcional a su fortuna. Los pobres, aun cuando se les ayude, fácilmente son menospreciados (Santiago 2:6). Pero Dios se acuerda de que su Hijo fue “el Pobre” aquí abajo. Se hace cargo de aquellos pobres que caminan en integridad (v. 1; cap. 22:23) y les abrirá su cielo (Lucas 14:21 y sig.; 16:22). “Las riquezas traen muchos amigos” (v. 4; cap. 14:20). Extraños amigos –más bien enemigos– son esos compañeros aduladores que contribuyen a la ruina de su “víctima” (cap. 18:24). No obstante, el hombre despojado y abandonado entonces puede descubrir al Amigo que siempre le queda. Jesús es aquel “más unido que un hermano”.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"