«Verdaderamente es una gran gracia de parte de Dios aplicar la sabiduría divina a todos los detalles de la vida del hombre en medio de la confusión que produjo el pecado» (J. N. Darby). ¡De ahí nuestra responsabilidad de poner en práctica esta sabiduría en nuestra vida cotidiana! Nos es dada para ser vivida y el hombre entendido la guarda “ante el rostro” (v. 24, V. M.; Eclesiastés 2:14). Al contrario, el insensato dispersa su imaginación en quimeras y vanas codicias hasta el extremo de la tierra. Pensamos en el hijo pródigo disipando locamente los bienes de su padre en una provincia apartada. ¡Y qué pena causa un hijo insensato a sus padres! (v. 21 y 25). Imitemos a Salomón, el autor de este libro, quien había sabido pedir para sí mismo “un corazón entendido” (1 Reyes 3:9).
El que sale fiador es un falso amigo. Confía inconsideradamente en su prójimo e incita a este último a contar con él (v. 18; Jeremías 17:5). En cambio, el versículo 17 nos da el medio de reconocer a un verdadero amigo. Él se revela en las dificultades y descubrimos lo que es un hermano. “En todo tiempo ama el amigo…”. ¿Quién mejor que el Señor Jesús merece este nombre? (Juan 15:13). «Él es nuestro supremo Amigo» –dice un cántico– «Su corazón nunca se cansa». ¡Qué inmenso amor!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"