Estos versículos continúan el tema de nuestras relaciones con otros creyentes. Además de la advertencia a no escandalizarlos, encontramos otras recomendaciones claras:
1) Procurar las cosas que tienden a la paz y… a la mutua edificación (v. 19). Las críticas conducen al resultado inverso.
2) Llevar, principalmente en oración, las imperfecciones de los débiles (lo que no significa de ninguna manera ser indulgente en cuanto a los pecados), recordando que nosotros también tenemos la más grande necesidad de ser sostenidos por nuestros hermanos a causa de nuestras propias flaquezas.
3) No buscar lo que nos es agradable, sino lo que beneficie a nuestro prójimo. Así seguiremos las huellas del perfecto Modelo (Romanos 15:2-3). Muchos lectores de los evangelios han quedado impresionados por esta comprobación: Jesús nunca hizo nada para sí mismo.
4) Dedicarse a tener un mismo sentir para que la comunión en el culto no sea alterada, y “recibir” a los otros con la misma gracia con que él nos ha recibido (v. 7).
Señalemos los nombres dados aquí al “Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”: “Dios de la paciencia y de la consolación” (v. 5). Él nos dispensa estas dádivas por su Palabra (v. 4). También es “el Dios de esperanza” (v. 13) y quiere que abundemos en ella. Finalmente es “el Dios de paz”, quien desea estar con todos nosotros (v. 33).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"