Conclusión
La Palabra de Dios nos ha enseñado que:
- La salvación es, sin duda alguna, el don de Dios, con exclusión de toda obra hecha por el hombre.
- La salvación fue lograda por la sola y perfecta obra del Señor Jesucristo en la cruz.
- Esta salvación es el fruto de sus sufrimientos y de su muerte por nosotros.
- Es la única salvación, la cual se recibe por medio de la fe, para la perfecta paz del creyente, para su gozo y su dicha actual y eterna.
Sin embargo, la demostración o la prueba de la fe –exigida del creyente, ya que los hombres conocen el árbol solo por su fruto– debe darse por medio de las obras de la fe, llamadas igualmente “buenas obras”. Ellas son la consecuencia y el fruto bendito de la fe.
¡Que este corto escrito abra los corazones a la gracia de Dios y permita a las almas gozar de su amor perfecto, manifestado en el don de Jesucristo, su Hijo! Por medio de Su obra maravillosa cumplida de una vez para siempre en la cruz, Jesucristo redime de la ira de Dios al pecador que cree, introduciéndolo en el favor de Dios para el tiempo presente y por la eternidad!
A nosotros, pecadores redimidos por la sangre de Cristo, nos corresponde el beneficio incalculable de su obra perfecta. ¡Pero a Él y a Dios, sea la gloria, toda la gloria desde ahora y por los siglos de los siglos, por una salvación tan grande!