Aquel de quien habla David en los versículos 12 a 14 probablemente sea Ahitofel gilonita, cuya traición y suicidio nos cuenta el segundo libro de Samuel en los capítulos 15 a 17. Pero, proféticamente, estas palabras se aplican al desdichado Judas. ¿Existe una expresión más fuerte que la del versículo 13 para designar vínculos de afecto como “íntimo mío, mi guía y mi familiar”? Esta es la evidencia de que las más grandes pruebas de confianza y de amor son incapaces de ganar el corazón natural del hombre en el que mora la guerra contra Dios (comp. el v. 21 con Marcos 14:15).
Pensemos entonces en lo que habrán sido aquí abajo los sentimientos del Señor. No podía contar con nada ni fiarse de nadie (Juan 2:24). Pero ante semejante despliegue del mal, el salmista nos invita:
Echa sobre Jehová tu carga… (v. 22).
Una carga molesta a un hombre que corre; por eso Hebreos 12:1 nos dice también: “despojémonos de todo peso… y corramos con paciencia”. Esto no quiere decir que la prueba nos sea quitada inmediatamente. Pero ella deja de ser una carga desde el momento en que la echamos sobre Dios, dejándole a Él el cuidado de arreglar lo que nos inquieta.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"