Dios siempre está ahí para liberar

Salmos 54

Después de Doeg edomita, también los zifeos informaron alevosamente a Saúl de las idas y venidas de David, su rival, lo que le permitió volver a hallar sus huellas. Encontramos este relato en el capítulo 23 (v. 19 y sig.) del primer libro de Samuel; pero una cosa primordial no está mencionada en él: esa oración llena de confianza que el rey rechazado hizo subir hacia Dios a la hora del peligro.

Del mismo modo, a través de las circunstancias de todos los días, tendría que haber en la vida del creyente una «trama» de oraciones tejida en el secreto entre el Señor y él. Es lo que ampliamente encontramos como ejemplo en el libro de Nehemías (cap. 1:11; 2:4; 4:4; 5:19; 6:14 y sig.). El mundo que no ha puesto a Dios delante de sí (v. 3) y no entiende nada acerca del poder de la oración, atribuirá a una «feliz casualidad» la manera en que el creyente escapa de los peligros que le amenazan (vea precisamente cómo en 1 Samuel 23:26 Saúl busca siempre a David por el lado opuesto a aquel en que este se halla en el monte). Pero el rescatado conoce el nombre de Aquel que lo libera de toda angustia y es este nombre el que celebra (v. 1, 6-7). Dios es su ayuda y, además, a lo largo de la prueba, Él sostiene el alma que podría desalentarse (v. 4).

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"