Recordar la fidelidad de Dios

Salmos 44:1-8

Mientras que los salmos del primer Libro son casi todos de David, los que nos ocupan (Salmos 42-49) fueron compuestos por los hijos de Coré, esos objetos de la gracia que habían sido preservados cuando su padre fue castigado (Números 26:11). Por eso, es notable oír a esos hombres recordar las maravillas cumplidas por Dios “en los tiempos antiguos”. Pues, mejor que nadie, están en condiciones de apreciar y de celebrar la divina misericordia. No, no es la espada de los hijos de Israel la que pudo salvarles y darles la posesión del país (basta pensar en el cruce del mar Rojo y la toma de Jericó). El recuerdo de las grandes liberaciones del pasado es una lección para estos fieles. Como sus padres, ellos no pueden confiar en sus propias armas para vencer (v. 6). “Por medio de ti” y “en tu nombre”: estos son los únicos recursos del creyente (v. 5; Oseas 1:7).

Otra diferencia que encontramos aquí con respecto al primer Libro es el empleo casi exclusivo del nombre de Dios (en hebreo Elohim), mientras que hasta el Salmo 41 se trataba de Jehová. Es la triste prueba de que los fieles israelitas ya no tienen relaciones con el culto oficial que ha llegado a ser apóstata. El pacto garantizado por el nombre de Jehová está quebrantado (Éxodo 6:3, 6-8), pero el creyente apela aún al Dios supremo.

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"