Este salmo se relaciona con el precedente, como lo señala la repetición final de los versículos 5 y 11 del Salmo 42. Frecuentemente mi alma necesita ser exhortada a no estar abatida, a esperar en Dios y a alabarle ahora y siempre. No solo ha sido mi salvación, él es también “el Dios mío”, de quien dependo sin cesar y quien es la fuente de mi fortaleza (v. 2).
Su luz y su verdad me conducirán a una adoración inteligente si se lo pido como lo hace aquí el salmista (v. 3-4).
La expresión subrayada en el Salmo 42: “el Dios de mi vida” se completa en el versículo 4 con otra muy notable: “el Dios de mi alegría”. Queridos amigos creyentes: ¿nos basta Dios para ser felices? ¿Es Él el objeto de nuestro gozo como lo era para Jesús? (Lucas 10:21). Conociendo a semejante Dios, ¿se turbará o se abatirá nuestra alma? “No se turbe vuestro corazón” –decía el Señor a sus discípulos– “creéis en Dios, creed también en mí” (Juan 14:1). Y en otro lugar:
Tened fe en Dios
(Marcos 11:22).
La fe, este es el gran remedio para todo lo que el mundo pueda hacernos para causarnos tristeza o agitación.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"