“En ti, oh Jehová, he confiado”, tal es la firme declaración del creyente (v. 1). Luego la hallamos en el versículo 6:
Mas yo en Jehová he esperado.
y aun al final de nuestra lectura: “Mas yo en ti confío”. En medio de la tempestad desencadenada por los hombres, él se aferra a esa certeza. Encuentra su refugio, no en su propio monte (véase Salmo 30:7) sino en Jehová, su inamovible Roca (v. 3). En el segundo versículo pide: “Sé tú mi roca”, pero en el tercero afirma: “Tú eres mi roca”. Nada podrá derrumbar jamás lo que se ha establecido sobre semejante fundamento (Mateo 7:24-25). Querido amigo ¿ha edificado su vida sobre esa roca?
Hay un momento de la existencia en que esta confianza es más necesaria que en cualquier otro. Es el último, en el que se debe dejar todo para pasar por la muerte. En ese oscuro pasaje no existe ningún apoyo para el alma sino el Dios en quien, ahora y para siempre, hayamos puesto nuestra fe (Proverbios 14:32). Consideremos a nuestro incomparable Modelo: en el momento de su muerte, Cristo expresa esa maravillosa confianza por medio de sus últimas palabras en la cruz, las que reconocemos en el versículo 5: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46; véase también v. 15).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"