Salmo 30
Los cinco primeros versículos de este salmo son certeros en cuanto al remanente de Israel y aptos para alentar a todos los redimidos al recordarles que, si tienen que pasar por una “leve tribulación momentánea”, esta produce en ellos un “eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17).
A las lágrimas, de las que muchos participan, pronto les sucederán los cánticos de gozo, en la mañana del día eternal. Pero incluso en la misma noche, en medio de pruebas, aquel que conoce al Señor posee un gozo interior que le permite cantar (Salmo 42:8; Job 35:10). Así él da a su alrededor el más poderoso de los testimonios (Hechos 16:24-25).
¡Desanimarse en la prueba es un peligro! Pero, inversamente, un creyente que goza de prosperidad corre el riesgo de apoyarse sobre ella (el salmista la compara a un “monte fuerte” o “mi montaña”, en otras versiones), lo que, a veces, obliga a Dios a esconder su rostro por un tiempo para inducir al fiel a buscarle (v. 6-8). La prosperidad en el mundo fácilmente viene a ser un obstáculo para mantener la comunión con el Señor; es, pues, ventajoso que estemos despojados de ella. ¿Cuál es el medio de escapar de esos peligros? Mirar más allá de la presente oscuridad y por encima de “nuestro monte”, considerar todas las cosas en la perspectiva de la bienaventurada eternidad.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"