Desde el versículo 22, la respuesta llega al que está entre “los cuernos de los búfalos”. Es la resurrección y, al mismo tiempo, el gozo de la comunión reanudada. En su amor, Cristo tiene prisa por compartir ese gozo; su primer pensamiento es el de dar a conocer a “sus hermanos” la nueva relación en que su obra los ha colocado y, para ello, hablarles de su Padre, quien viene a ser el Padre de ellos, y de su Dios quien viene a ser el Dios de ellos (v. 22; Juan 20:17).
En contraste con los otros salmos que hablan de los sufrimientos de Cristo, en este no es cuestión de juicio. Jesús lleva los pecados y, en consecuencia, todo es gracia y bendición. Bendición para la Asamblea (constituida al principio por los discípulos judíos; razón por la cual el versículo 22 está citado en la epístola a los Hebreos 2:12); para el Israel restaurado, llamado en el versículo 25: “la gran congregación”; para “todas las familias de las naciones” durante el reinado milenial (v. 27-28); finalmente para todos los que nazcan durante ese glorioso reinado.
Como las ondas que van haciéndose más grandes a medida que se alejan del centro en que se han originado, así las maravillosas consecuencias de la obra de la cruz se extienden a toda la creación. Y comprendemos un poquito por qué Jesús fue desamparado (comp. v. 1).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"