Los hijos de Rubén, de Gad y la media tribu de Manasés han recibido su parte de la herencia antes que todos sus hermanos. Esta porción, como bien lo recordamos, la escogieron ellos mismos sin esperar que Dios se las diera (Números 32). ¡Importante lección para cada uno de nosotros! Cuántas veces, como ellos, no hemos sabido esperar. Nos hemos dejado guiar por las circunstancias (la región de Basán y de Galaad era propia para la ganadería, y estas tribus poseían rebaños). Hemos escogido la solución más fácil o, por prudencia, la primera que se nos ha presentado, mientras que con un poco de paciencia hubiésemos obtenido una mejor parte: la que Dios había preparado para nosotros.
Los rubenitas y los gaditas nos enseñan también otra lección. Al escoger ellos primero lo que mejor les parecía (como en el caso de Lot con Abraham, Génesis 13), muestran su egoísmo frente a sus hermanos: ¡Yo primero! Así que recibieron la parte de su herencia antes que los demás. Pero distaba mucho de ser la mejor parte, como ellos se habían imaginado. Los primeros serán los últimos. Lo mejor siempre es lo que Dios nos da, incluso si para recibirlo tenemos que esperar un poco.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"