Por medio de Jeremías, de antemano Jehová había fijado en 70 años la duración del cautiverio en Babilonia. Aquellos que, como Daniel, escudriñaban las Escrituras, habían tenido, pues, la posibilidad de conocer el próximo fin de aquella situación (Daniel 9:2). Los 70 años se cuentan desde el primer año de Nabucodonosor, el responsable de la transportación, hasta el primero de Ciro, quien le puso fin (Jeremías 25:1, 11). Unos dos siglos antes Jehová ya había designado a ese último rey por su nombre (Isaías 44:28; 45:1). Sin duda alguna, Ciro tuvo conocimiento de esa profecía porque era consciente de ser el instrumento escogido por Dios para el restablecimiento de su culto.
Al mismo tiempo Jehová “despertó” el espíritu de un cierto número de judíos cautivos (Esdras 1:5), de los que llorando se acordaban de Jerusalén y que la habían puesto "como preferente asunto de su alegría" (véase Salmo 137:1, 5-6). Amigos creyentes, también nosotros estamos “en tierra de extraños”. ¿Aspiramos a los gozos de la santa ciudad? Nuestro espíritu ¿fue “despertado” para esperar al Señor Jesús? Él es el gran Rey, centro de la profecía, a quien pronto Dios le dará todos los reinos de la tierra (Esdras 1:2) a fin de que restablezca Su alabanza y Su gloria.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"