Mil años de bendición no habrán cambiado el corazón del hombre. Satanás, una vez suelto, conseguirá levantar una última y gigantesca rebelión de las naciones, a la que Dios responderá con un breve y fulminante juicio. Ahora suena la hora más solemne; se cumple Hebreos 9:27 (pero también Juan 5:24). Todos los muertos comparecerán ante el gran Juez. Durante su vida terrenal hubo mucha diferencia entre ellos. Unos fueron grandes, honrados por sus semejantes (Lucas 16:19), otros pequeños e incluso marginados por la sociedad (Lucas 23:39). Aquí están todos reunidos sin más distinción, “por cuanto todos pecaron…” (Romanos 3:23). Para probarlo, se abren libros en los cuales cada uno, con terror, halla todas sus obras inscritas una por una (Salmo 28:4). ¡Y quién puede soportar la lectura, aunque sea de una sola página del libro de sus obras! El libro de la vida también es abierto, pero solo para comprobar que sus nombres no se hallan en él. “Echadle en las tinieblas de afuera” (Mateo 22:13) es la sentencia del supremo Juez. Allí se reunirán con Satanás convirtiéndose en sus compañeros de miseria en un tormento sin esperanza ni fin…
En cuanto al creyente, él no será juzgado según sus obras, sino según la perfecta obra del Señor Jesús.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"