El libro de Malaquías es particularmente serio. Constituye el último llamado divino a la conciencia y al corazón de ese pueblo judío, en medio del cual aparecerá Cristo cuatro siglos más tarde. El diálogo que se entabla entre Jehová y el pueblo, desde las primeras palabras pone en evidencia, del lado de Dios, el amor eterno, personal, fuente de toda bendición: “Yo os he amado”. ¿Y del lado de Israel?: la ingratitud, la inconsciencia, en una palabra la insolencia con la cual se permite pedir pruebas de esa divina bondad. ¿Qué padre, qué maestro soportaría ser tratado con tan escandalosa falta de consideración? (v. 6). Este pueblo no solo pisoteaba la honra debida a Jehová, sino también sus más imperativos preceptos (v. 8; Levítico 22:17-25) y sus más tiernos sentimientos. ¡Ay, no hemos de buscar mucho tiempo una enseñanza para nuestras almas! Nosotros también temamos dudar del amor del Señor, murmurar o hasta sublevarnos contra su voluntad. No pasemos con indiferencia, ni aún con fastidio (v. 13) al lado de tantos testimonios de la gracia de Dios, empezando por la cruz en la cual dio a su Hijo por nosotros. ¿Qué caso hacemos de los derechos y del amor de Dios?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"