Sí, avancemos espiritualmente hacia el estado de madurez. No nos contentemos, como aquellos cristianos salidos del judaísmo, con conocer algunas verdades elementales. Jesús quiere ser para nosotros más que un Salvador de obras muertas. Él quiere ser nuestro Señor, Modelo, supremo Amigo…
Los versículos 4, 5 y 6 a menudo han sido empleados por el diablo para turbar a los hijos de Dios. En realidad, no se trata de ellos, sino de los que llevan el nombre de cristianos sin serlo. En el estado moral así descrito, vanamente se buscaría la vida divina comunicada al alma de un verdadero creyente. ¡Pero es posible, por desdicha, vivir en medio de los privilegios del cristianismo sin haber sido realmente convertido! Así era para ciertos judíos, y así sea tal vez hoy para algunos hijos de padres creyentes. Los verdaderos cristianos no pueden perder su salvación, pero lo que sí puede ocurrir es que se alejen del Señor.
Al lado del “trabajo de amor” que Dios no olvida, la fe y la esperanza no deben ser descuidadas (v. 10-12). Se nutren de las promesas divinas. El creyente conoce su puerto de amarre aún invisible; allí echó su ancla. Por más agitado que esté el mar de este mundo, la fe es el ancla que une firmemente al redimido con el lugar celestial e inmutable donde se halla el objeto de su esperanza: Jesús.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"