El capítulo 21 del primer libro de Reyes nos cuenta cómo el impío Acab codició la heredad de Nabot, de la cual se apoderó con violencia y abuso de poder (véase Miqueas 6:16). Contra los que planean el mal (la iniquidad, v. 1), Jehová medita el mal (el castigo, v. 3). Pero, en contraste, subrayemos la pregunta del versículo 7: “¿No hacen mis palabras bien al que camina rectamente?” ¿Podemos contestar por experiencia: –Sí, Señor, tus palabras hacen bien; son el gozo de mi corazón? (Jeremías 15:16; Juan 6:68).
“No es este el lugar de reposo” prosigue el profeta (v. 10). Y en efecto, el mundo es tan inquieto y febril que toda persona sincera debe convenir en que el verdadero reposo no existe en la tierra. Aquí Dios nos da la razón de ello: es a causa de la contaminación moral y espiritual. Así como Jesús no tuvo un lugar donde recostar la cabeza en un mundo arruinado por el pecado, tampoco sus redimidos pueden sentirse a gusto en medio de lo que deshonra a Dios.
En cuanto a usted, quien tal vez todavía no haya hecho la experiencia de que el mundo no puede dar la paz, sepa que existe un lugar de reposo para el alma cansada. ¿Dónde hallarlo? Junto a Jesús.
“Venid a mí” –invita el Salvador– “y yo os haré descansar”
(Mateo 11:28).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"