Miqueas es contemporáneo de Isaías, Oseas y Amós. Como ellos, profetiza durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías. La lamentable historia de Acaz, relatada en 2 Reyes 16, y la de los malos reyes de Israel justifican ampliamente las fuertes palabras que Jehová pronuncia aquí, tomando la tierra como testigo. Reivindica su santidad y proclama mediante sus juicios que no tiene nada en común con las iniquidades de Samaria y Jerusalén.
A partir del versículo 8 comprobamos cómo Miqueas toma a pechos el sufrimiento de su pueblo.
No lo digáis en Gat… (v. 10)
suplica él (comp. 2 Samuel 1:18-20).
Esta cita del cántico del Arco (V. M.) recuerda que los enemigos del Señor –aquí los filisteos– siempre están dispuestos a regocijarse a causa de las faltas del pueblo de Dios, hallando en ellas una fácil excusa para sus propios pecados. Por eso, cuando nos enteramos de algo enojoso respecto de otro creyente, tampoco lo contemos ligeramente. De ello resultaría deshonra para la Asamblea y, por ende, para el nombre del Señor.
Hasta el versículo 16 asistimos a la marcha triunfal del asirio, pueblo que Jehová emplea para ejercer su justicia. En esa oportunidad, el nombre de cada una de las ciudades invadidas tiene un trágico significado.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"