A algunos de los levitas se les confían los tesoros de la casa de Jehová y de las cosas santas. Uno de ellos, Sebuel, “jefe sobre los tesoros” (v. 24), era descendiente de Moisés. Nosotros también, ¿somos conscientes de que se nos confiaron muchos tesoros? El más grande es la Palabra de Dios. Sus riquezas son inagotables. ¿Qué importancia le damos a nuestra Biblia? ¿La consideramos verdaderamente como un tesoro?
“Guarda el buen depósito”, recomienda Pablo al joven Timoteo (2 Timoteo 1:14). Y en su primera epístola, después de haber puesto en contraste las vanas riquezas de este mundo con el tesoro que es un buen fundamento para el porvenir, el apóstol suplica a su joven discípulo:
Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado
(1 Timoteo 6:20).
Leamos otra vez este versículo, poniendo nuestro nombre en lugar del de Timoteo.
En los versículos 29 a 32 se nombran otros levitas. Se convierten en gobernadores, jueces y administradores, establecidos “para todas las cosas de Dios” (v. 30, 32; véase también 2 Crónicas 19:11). Nos hacen pensar en Aquel que desde su infancia se ocupaba ante todo en “los negocios” de su Padre (Lucas 2:49).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"