En este capítulo se mencionan otros levitas: los porteros. Sus funciones son muy importantes. Se resumen en una orden, breve y precisa, recordada por el Señor en una pequeña parábola:
Y al portero (el amo) mandó que velase
(Marcos 13:34).
Se debe velar sobre los vasos y los utensilios, sobre los sacrificios, el alimento y el acceso a la Casa. ¡Qué cuidado ponen esos levitas en los utensilios que están a su cargo! Los cuentan y los vuelven a contar (v. 28; léase 2 Corintios 8:20-21). A este servicio corresponde, en el Nuevo Testamento, el de los obispos, pastores o ancianos. Son ellos, sobre todo, quienes en las asambleas tenían y tienen el cuidado de las almas y de la sana doctrina. Es un puesto de confianza y honor del cual tendrán que responder en la venida de su Señor.
Estos porteros eran descendientes de Coré, el rebelde (Números 16). Pero preferían estar a la puerta de la casa de Dios antes que habitar “en las moradas de maldad” donde había vivido su padre. Conocemos el hermoso Salmo 84 compuesto por los hijos de Coré. ¿A quién confía Dios los cuidados de su casa, de su Asamblea (Iglesia)? A los que son apegados a ella y la aman (Juan 21:15-17).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"