Después de Edom, se trata primeramente de Damasco, con Hamat y Arfad, principales ciudades de Siria; luego, de Cedar y Hazor, donde habitaban tribus nómadas. Finalmente, se pronuncia la sentencia contra Elam (Persia), nación alejada de Israel, mientras que todas las demás eran vecinas.
Dios es justo. Midió exactamente el castigo de cada uno de esos pueblos y lo proporciona a los privilegios que recibieron (Romanos 2:6; Daniel 4:35). En el capítulo 2:10-11, Jehová precisamente había comparado a Israel con Cedar, pueblo primitivo e ignorante, pero que, por lo menos, había permanecido fiel a sus falsos dioses, mientras que Su pueblo se había alejado del verdadero Dios. ¡Cuánto más culpable era Israel, instruido por la ley! Recordemos –especialmente si somos hijos de padres creyentes– este importante versículo: “A todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará” (Lucas 12:48).
Todos esos pueblos debían caer, al igual que Judá, bajo el poder de Nabucodonosor (v. 30) y convertirse en otras tantas provincias del gran imperio babilónico. Era, pues, vano e insensato de parte de los judíos volverse hacia esos vecinos para buscar refugio y seguridad (Salmo 60:11). ¿Cómo podrían ayudarles esos pueblos, ya que ellos mismos no podían liberarse?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"